miércoles, 25 de marzo de 2009

¿Herencia o entorno? (II)

Hablábamos la semana pasada de qué determina nuestra inteligencia. Parece que el componente genético es elevado, en más de un aspecto. Esto se desprende de un artículo reciente, en el que los autores encuentran una relación inversa entre la edad del padre en el momento de la concepción y la inteligencia de los hijos. No es el primer estudio que encuentra una asociación negativa de este tipo: parece que cuanto más viejo es el padre, más probabilidades de problemas físicos y mentales tienen los hijos.

Los motivos no estan claros, aunque se intuye que pasamos a nuestros hijos algo más que nuestros genes "originales". Podría ser, por un lado, que el esperma acumule mutaciones en personas más viejas, y el problema sea entonces que los genes no estarían "intactos". También podrían influir los cambios llamados "epigenéticos" (ver Inmortales y perfectos, página 92), modificaciones de nuestro genoma adquiridas a lo largo de la vida que se sabe que se pueden transmitir a los hijos. Por algún motivo, el estudio demuestra que la edad de la madre no influye en la inteligencia de los hijos. Es un tema interesante, pero aún quedan muchos interrogantes para contestar.

Por otro lado, esto demuestra que no sólo la edad materna es un problema a la hora de tener hijos. Aunque los hombres somos físicamente capaces de engendrar prácticamente hasta el final de nuestros días, nuestra edad influye en la "calidad" de nuestra descendencia. Atención, pues.

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