domingo, 5 de abril de 2009

El pánico y la realidad

Pasado un tiempo prudencial, podemos aventurar ya una respuesta a la pregunta que dejaba en el aire en el título de mi última entrada: esta gripe no tiene aspecto de ser la pandemia terrible que temíamos. Hay dos factores que definen la posibilidad de que una infección se convierta en un problema global. El primero es lo fácil que el agente responsable se transmite de persona a persona. El segundo es la gravedad de los síntomas que causa. El virus A/H1N1 sólo cumple la primera de las características: el riesgo de contagio es elevado, pero su agresividad hasta ahora no es mayor que la de la gripe corriente.
He observado estos días una serie de puntos de vista comunes sobre el tema de la pandemia que creo que vale la pena comentar.
- Los medios de comunicación han exagerando mucho y han causado un pánico innecesario. Había todas las razones para temer que este brote fuera peligroso. La información ha sido a veces confusa y algunos periódicos han abusado de titulares sensacionalistas, pero si recurría a fuentes fiables, el público ha tenido datos claros y completos a su alcance. Que el virus haya resultado menos potente de lo que podía haber sido no quiere decir que no teníamos que tomar todas las precauciones. Es fácil que algunos médicos critiquen ahora la respuesta mediática, pero durante los primeros días no podíamos correr riesgos. El pánico ha sido un efecto secundario prácticamente inevitable de la necesidad de informar.
- Es absurdo temer otra pandemia como la de la gripe española: ahora tenemos recursos que en 1918 no existían. Es cierto, pero nuestras armas serían de una utilidad relativa ante un virus suficientemente maligno. Los antivirales no son infalibles y los virus desarrollan resistencias. Se tarda por lo menos medio año en tener una vacuna disponible desde que se descubre un nuevo virus, demasiado tiempo para evitar la primera oleada de muertes. Además, ahora tenemos un problema añadido: gracias a los vuelos internacionales, las infecciones se propagan a una velocidad increíble. No estamos ni mucho menos a salvo.
- Se habla tanto de esta gripe porque afecta a países desarrollados, mientras que en África mueren miles de personas cada día por culpa de enfermedades como la malaria y nadie lo comenta. He visto afirmaciones parecidas en boca no sólo del público sino también de expertos, lo cual me parece irresponsable. Son dos cosas muy distintas. En occidente damos la espalda a estas enfermedades que consideramos “del Tercer Mundo”, es cierto. No hay que desestimar su gravedad y hay que seguir presionando a políticos y científicos para que inviertan tiempo y dinero en curarlas.  El caso de la gripe es diferente. Por un lado, su alcance puede ser mucho mayor. Y lo que es más importante: es controlable si se actúa rápidamente. Una intervención radical puede frenar en seco una pandemia de gripe si se hace durante las primeras semanas del inicio del brote. Vale la pena dedicarle toda la atención mediática durante un tiempo, para el bien del planeta entero.
- El peligro ya ha terminado. No podemos asegurarlo. Hay que recordar que la pandemia del 1918 también empezó como una gripe leve. Aún existe la posibilidad que el virus mute de forma inesperada y se vuleva más agresivo. El A/H1N1 estará con nosotros aún una buena temporada y con la llegada del invierno se incrementará con toda certeza su presencia en el hemisferio norte. Habrá que seguir vigilándolo de cerca, sin olvidar que en cualquier momento puede aparecer un virus peor. Por lo menos que este episodio nos haya enseñado que nunca podremos bajar la guardia.

El Mundo, 5/4/09

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